Con Trump hay que olvidarse del dinero barato
No sabemos si Wall Street ama y anhela ciegamente la victoria de Hillary Clinton en las próximas elecciones del mes de noviembre, pero lo que sí que sabemos es que los mercados muestran amor y fidelidad por una palabra clave: estabilidad. Los inversores rechazan la incertidumbre, detestan las dudas y el desasosiego. Donald Trump promete que América será grande de nuevo, pero si cumple sus promesas electorales será la más grande y también la más endeudada. El teñido magnate tiene un plan de inversión en infraestructuras de 500.000 millones de dólares.
Las consecuencias de la victoria de Hillary Clinton el mes que viene serían, no defenderíamos que más positivas para las divisas y las materias primas, pero al menos sí más continuistas. Trump ha criticado duramente las recetas económicas de la demócrata, y no solamente de ella, el empresario ha acusado a Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal (FED), de ser partidaria de Clinton al dejar los tipos de interés “anormalmente bajos” en el 0,25%. Si Clinton gana, «el dólar va a subir aunque correlativamente suban las materias primas, previsiblemente la Fed subiría en diciembre los tipos”, explica Sara Carbonell, desde CMC Markets. Pero si gana el empresario, continua la analista, «habría una volatilidad, una incertidumbre en los mercados impresionantes, muchos capitales saldrían del país y el euro se revalorizaría como un activo refugio».
“No es que Trump rechace a la Fed, pero no le gusta la presidenta Janet Yellen porque ha sido nombrada por Barack Obama y porque Hillary Clinton la conservaría en su puesto”, explica a OK DIARIO, Jorge Díaz-Cardiel, socio director de Advice Strategic Consultans.
Eso sí, si el candidato republicano ganase los comicios tendría que aguantar a Yellen a pesar de que no sea santo de su devoción, no podría despedirla, tendría que esperar a que terminara su mandato. ¿Podría el organismo estadounidense subir los tipos de interés si Trump gana las elecciones? Rodrigo García, analista de XTB, defiende que “la Fed siempre ha sido independiente del Gobierno, lo máximo que podría pasar es que pudiera poner a alguien que fuera más afín a sus políticas”. Un nombre que, de momento, no ha sonado en ninguno de los mítines del millonario.
Con Clinton traería alzas para el dólar y los tipos de interés
Yellen ha seguido la huella económica de su antecesor, Ben Bernanke, a pesar de su pertenencia a partidos diferentes. Pertenecer a formaciones enfrentadas no ha sido un problema para llevar a cabo políticas fundamentales para EEUU, como conseguir “pleno crecimiento de empleo y mantener la inflación en el 2%, teniendo en cuenta que hay materias primas que han subido, como el petróleo”, recuerda Díaz-Cardiel. Si en un escenario hipotético, ponemos a Trump actuando de presidente de EEUU y aplicando sus ideas económicas, “habría una presión vendedora más fuerte del dólar y bajaría”, por lo que “las materias primas subirían de precio”, explica García. Trump está a favor totalmente del sector del crudo, no quiere ni oír hablar de energías limpias o alternativas al petróleo como sí persigue Clinton. Sostiene Trump que el crudo es la llave de la nación y por ello, si gana el empresario, habrá un “impacto positivo sobre las empresas petroleras, aunque de manera cortoplacista, después deberíamos ver dónde van los precios, unos precios que se establecerían entre la oferta y la demanda”, aprecia Carbonell.
Es curioso, Trump es más cercano a medidas expansivas del gasto público, un hecho al que son más propicios los líderes de izquierdas. Una de sus medidas cumbre es desarrollar un plan para infraestructuras de alrededor de 500.000 millones de dólares, según Moody’s, si esto se lleva a cabo la deuda pública iría directamente hasta el 100% del PIB y por encima del 136% en 2016. “Un aumento del gasto público que haría subir la inflación”, según XTB.
No descubriríamos América si afirmáramos que Clinton apostaría, sin duda, por una continuidad económica, financiera y monetaria, mientras que con Trump “se acabaría el dinero barato y los programas de inyección de liquidez al sistema”, advierte Díaz-Cardiel.
A Trump no le interesa la tecnología
Debemos tener en cuenta, además, que el magnate republicano viene de un sistema productivo que podríamos tildar de antiguo o más tradicional, como la construcción, el turismo o los casinos. “No tiene en cuenta que el 70% del tejido productivo de EEUU viene del sector tecnológico, como Silicon Valley. Su consejo económico no se caracteriza por sus conocimientos ni de la tecnología, ni de las finanzas, ni de mucho menos la energía. Algo importante teniendo en cuenta que EEUU es el segundo mayor productor de energía del mundo, tras Arabia Saudí”, recuerdan desde Advice Strategic Consultans.
Y es que Trump quiere la autosuficiencia económica, la ruptura con los tratados de libre comercio con el mundo entero y apuesta por el proteccionismo. “Es cierto que EEUU podría ser autosuficiente durante un tiempo porque tiene muchos clusters que crean ecosistemas autosuficientes, pero la economía no podría sostenerse demasiado tiempo”, según el experto en economía y negocios.
Los analistas sostienen que EEUU podría entrar en recesión si se sigue esta estela económica porque con el sistema actual, vigente desde la II Guerra Mundial, está hiperconectado y aún más desde la llegada de internet. Tenemos que estar, irremediablemente, abiertos al mundo.